Fluctuó en ti.
Una de las ultimas madrugadas de Junio entre sus brazos, ebria de amor. Alcoholizada hasta las arterias del elixir, en el cáliz de sus labios.
Toda la noche quede atrapada en la vigilia, en los besos que me acarician o en las miradas entre cortantes que no se distinguen de la oníria,
porque hoy se sobreponen a poemas calvos y a los maldichos repetidos, incesantes en aquella madrugada donde siempre ha retumbado el eco de su profunda voz en mi oído.
Tu calor en mi espalda,
mientras algunos minuteros van predicando siglos y yo fluctuó en ti. Fluctuó sobre tu piel de oso panda,
y digo de oso panda por lo tibio,
y lo suave de tus vellos guerreros en pleno batallón del ir y venir de aquel rose, entre tu piel de oso panda y mi piel de café con leche, vainilla y canela...
Esa sensación de tocarte...
tocarte...
Entonces te pregunto al oído
¿qué te hizo enamorarte de mi?
la osadía,
la profunda seriedad,
la fascinación por los felinos,
la incesante timidez.
Y tu corazón de oso panda reflejado en los corta voces de la laringe perpetua y dominante de los rincones profundos de tu alma.
Y pronto me respondes; que es igual a la quimera de las muertes en nombre de Jesús.
Fluctuó en ti y en las redes de tu piel de oso panda que me hablan.
Y como dicen los románticos; el ayer es como un verano cualquiera donde cada tarde,
al pie de la ventana,
te pienso con el corazón entre dedos
y estos apoyándolos en los labios con una desconcentración tremenda...
En un espacio-tiempo
en donde el blues y tus manos me acarician
mis largas
y morenas piernas.
Toda la noche quede atrapada en la vigilia, en los besos que me acarician o en las miradas entre cortantes que no se distinguen de la oníria,
porque hoy se sobreponen a poemas calvos y a los maldichos repetidos, incesantes en aquella madrugada donde siempre ha retumbado el eco de su profunda voz en mi oído.
Tu calor en mi espalda,
mientras algunos minuteros van predicando siglos y yo fluctuó en ti. Fluctuó sobre tu piel de oso panda,
y digo de oso panda por lo tibio,
y lo suave de tus vellos guerreros en pleno batallón del ir y venir de aquel rose, entre tu piel de oso panda y mi piel de café con leche, vainilla y canela...
Esa sensación de tocarte...
tocarte...
tocarte,y tenerte enfrente.
Entonces te pregunto al oído
¿qué te hizo enamorarte de mi?
la osadía,
la profunda seriedad,
la fascinación por los felinos,
la incesante timidez.
Y tu corazón de oso panda reflejado en los corta voces de la laringe perpetua y dominante de los rincones profundos de tu alma.
Y pronto me respondes; que es igual a la quimera de las muertes en nombre de Jesús.
Fluctuó en ti y en las redes de tu piel de oso panda que me hablan.
Y como dicen los románticos; el ayer es como un verano cualquiera donde cada tarde,
al pie de la ventana,
te pienso con el corazón entre dedos
y estos apoyándolos en los labios con una desconcentración tremenda...
En un espacio-tiempo
en donde el blues y tus manos me acarician
mis largas
y morenas piernas.
Comentarios
Publicar un comentario